martes, 10 de junio de 2014

Muñequeros del Táchira. Alejandro B. Barbosa



Como todos los poetas que creen "en el amor y en el arte como vías hacia el  disfrute de la vida perdurable", como lo expreso el poeta Aquiles Nazoa en su “Credo”, y como todos los niños eternos, Alejandro ama los juguetes. Tiene una colección de ellos, algunos de su infancia, también de la infancia de sus hermanos, y un caballo de madera de su hijo Andrés, pero especiales para el son las muñecas que su hermana Aymara le confió antes de partir hacia las estrellas, donde ahora habita, y en donde a veces se encuentran cuando Morfeo se lo indica.

Todo empezó  al pintar un cuadro poblado de muñecas, y una de ellas quiso aparecer en primer plano, tanto, que se materializo, eso fue en el 2011 y desde entonces han seguido saliendo del mundo de la imaginación al mundo real que habitamos, con trajes a la moda actual o a la de épocas pasadas, son viajeros del tiempo que vienen  para acompañar a niños y poetas, a los niños y niñas eternos.
















Laurita fue la primera muñeca que tomo vida
de las manos de Alejandro.



Luego llegaron “la viejita” y “la señora pelirroja” acompañadas de dos ángeles guardianes de la amistad.

"LA VIEJITA"

"LA SEÑORA PELIRROJA"
"LOS ÁNGELES GUARDIANES DE LA AMISTAD"















































Después ha sido un desfile de niños y niñas que vienen a traernos alegrías.




SILVIA





SUSANA





CARLETO Y CLARISA







NACHO

REBECA




SILVANA





BETTINA



IRAIDA







CREDO de Aquiles Nazoa

Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo de la Tierra;
Creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres,
Creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable,
Creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa,
Creo en la cualidad aérea del ser humano,
configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose 

como una Purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
Creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
Creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música,
yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
Creo en Rainer María Rilken héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacarificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer,
Creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia,
Creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;
Creo en un barco esbelto y distantísimo
que salió hace un siglo al encuentro de la aurora;
su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles,
junto a sus sienes un resplandor de estrellas.
Creo en el perro de Ulises,
en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas,
en el loro de Robinson Crusoe.
Creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta,
el Beralfiro el caballo de Rolando,
y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero.
Creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
Creo en la poesía y en fin,
Creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama
.














domingo, 8 de junio de 2014

Muñecas del Táchira

La muñeca de trapo en el Táchira, como en todo rincón del mundo, tiene sus orígenes en los primeros pobladores, donde también coexistían niños y poetas.
Enumerar las características que prevalecieron en la región, puede ser muy impreciso, pues fue una actividad muy individualizada y cada creador o creadora, les daba su toque personal. Pero si coincide el hecho que en los principios, en épocas remotas, se usaron elementos naturales para la confección, como las tusas o partes de la planta del maíz, fibras vegetales, taparas para las cabezas, y esto es netamente americano, pues es del continente, el maíz.


Luego durante la colonización, y con la introducción de nuevas costumbres, tanto europeas como africanas, los procesos de producción cambiaron o evolucionaron, y la producción de muñecas artesanales no fue exenta de ese cambio. 

Nos cuentan las abuelas o las hijas de esas abuelas que vivieron en esas épocas del Táchira, en el siglo XIX, que las muñecas con que jugaban, las hacían sus propias madres,  utilizando medias y ropas viejas. Las medias las usaban para crearles el pelo, cortándolas en tiritas, los rostros eran bordados, aunque también usaban botones para representar los ojos, los vestidos eran hechos con tiran de trapos o de vestidos viejos, y todas eran cosidas a mano, pues la maquina aun no existía.

Pero como se dijo al principio, difícilmente se pudiese conservar un ejemplar de esa época que nos mostrase como fueron; solo las podemos ver en las historias de esas tías, abuelas, que aun viven y nos cuentan sus memorias.
Sumado a ello, al pasar el tiempo, la muñeca de trapo a ido tomando una fisonomía propia de cada región, caracterización basada en las costumbres, usanzas y atuendos propios de los pobladores, logrando este hecho, que se diferencien entre si, pudiendo reconocer una muñeca de trapo andina, de una oriental, o de una falconiana. La tradicional muñeca andina tachirense, es la vestida con una falda negra y cintas de colores en el ruedo de la falda, usa ruana y sombrero, y su cabello negro, rubio o rojizo, es recogido en dos grandes trenzas. Esa caracterización quizás tomo peso en los inicios del siglo XX.


















Por otra parte esta el hecho de que existen creadores que a cada una de sus piezas les dan su "huella" personal cuando son elaboradas como piezas únicas, con carácter artístico, con un estilo diferenciado. 


En la actualidad, existen en el Táchira, creadores que mantienen viva la tradición de las muñecas de trapo. Los hay quienes producen ejemplares únicos e innovadores, los que hacen nuevos aportes  usando un lenguaje contemporáneo reflejado en el atuendo que se le dé, en las modas usadas en diferentes décadas, o sencillamente producto de la fantasía. Están los que mantienen el estilo tradicional de la muñeca, contribuyendo a la conservación y difusión del legado de los antepasados, como las muñecas que representan a las colectoras de café, o a las negritas. Y un tercer grupo, que es el conformado por las pequeñas industrias, artesanales o familiares, que igual hacen difusión de la muñeca andina, pero ya producida en serie, con un concepto mas comercial que artístico, pero igualmente representativo de la región.


MUÑECAS DE ALEJANDRO BAUTISTA


MUÑECAS DE FIDELIA CHAPARRO























MUÑECAS DE LA INDUSTRIA ARTESANAL


http://desderubio.com/munecas-que-cobran-vida-en-la-historia/




jueves, 5 de junio de 2014

Muñecas Venezuela Bicentenaria

“Venezuela pensando que una vez se vistió de Guerra a Muerte por la Libertad” es una obra que fue realizada por Alejandro B. Barbosa, para presentarse en la XI Bienal de Arte Popular “Salvador Valero”, en el estado Trujillo, desde el 10 de mayo al 11 de octubre de 2013.



La temática de la bienal estuvo basada en el bicentenario del Decreto de Guerra a muerte, dictado por el Libertador Simón Bolívar en ese año de 1830, quien también diseño la bandera que ondeo durante ese duro período de la historia de Venezuela, la cual llevó los colores blanco, rojo y negro.



"Mi propuesta tomo referencia en estos hechos, y quise confrontar tanto el periodo histórico con el actual. Y dado que el salón es exclusivo para la muestra de arte popular, quise trabajar el arte costumbrista de las muñecas de trapo. Concebida la idea, lo que quería representar y en que forma, pasé a  la fase de investigación, estudiando los cuerpos en movimiento y en reposo, las técnicas constructivas que utilizaban el alambre para dar estructura a las piezas, el relleno que les daría cuerpo, pasando luego al acabado de “la piel” y la aplicación de la lana para el cabello. Utilicé la pintura del rostro como alternativa para darle la expresión a cada personaje, para pasar luego a la caracterización con el diseño y ejecución del vestuario, todo fue hecho a mano". Expresa el autor de su obra.





"La obra pretende generar una reflexión en el observador, sobre la guerra y la paz. La pieza representando a la Venezuela de 1813, lleva los colores de la bandera diseñada por el Libertador, y su rostro expresa el dolor, la angustia, la desesperación que causa un periodo de guerra. La figura corre tras una paloma blanca en vuelo, significando la paz que quiere alcanzar, y de su mano derecha se desprende un cordón rojo que significa la sangre vertida en guerra".






"La pieza representando la Venezuela actual, esta vestida con el tricolor nacional, en posición de reposo como pensando en lo que una vez fue. Una paloma posada sobre su mano simboliza la paz que posee el país, aunque la complejidad del mundo actual, representado en trazos irregulares de hilos tejidos sobre el vestido, vienen a significar que el estado de paz es algo muy delicado que puede perderse si se descuidan los factores que la permiten, entre ellos, la instrucción, el conocimiento, la cultura y las leyes, referencia presente en los libros colocados a la derecha de la figura."
























"Mi proceso creativo lo vengo desarrollando desde mucho tiempo, fue en la década de los años 80 cuando empecé a participar formalmente en exposiciones colectivas, principalmente con pintura, luego experimente el modelado de figuras en gres, y últimamente he trabajado con ensamblajes y técnicas mixtas. Fue en el 2012, con la realización de esta pieza, cuando comencé a trabajar el arte de la muñeca de trapo, labor que ha captado mi interés y que estoy desarrollando desde entonces."